En cada capítulo, los lectores sienten en sus corazones cómo las memorias de toda una familia van siendo extraídas del «baúl» para ser desdobladas ante sus ojos, no sin la comprensión, la sabiduría y la compasión que la perspectiva de los años le da a su autora, no sin amor. Karen Sangeado -en el ejercicio de la escritura de su novela- no solo busca que la historia vivida- y resguardada en la memoria familiar, con Karen como su escribiente- cobre una existencia lingüístíca y estética, ni tampoco busca solo traspasar los límites del tiempo y el espacio, sino que línea a línea, capítulo a capítulo, las y los lectores descubrimos que en Renacer entre agaves, Karen también ha escrito para sembrar en las almas dispuestas, la inspiración que nos lleva a constatar la premisa de la filosofía clásica griega, y que, al caso, puede expresarse como: la vida es buena, bella y duradera.

Terminé el libro! Muchas felicidades a Karen por esta su primera obra, seguramente de muchas por venir, ¡qué valor para abrir heridas, obligarse a recordar, rearmar tantos momentos tan dolorosos y plasmarlos para otros! Agradecida con ella por esto, además de la forma de contarlo tan ágil, tan lleno de frases hermosas, profundas. No cabe duda que Dios da la fuerza a los valientes y a los que aman más! …pero este relato tan doloroso, esperanzador y tan lleno de fuerza, me tocó el corazón. De su protagonista: Erika, nuestra admiración y respeto, nos emociona ver lo que ha logrado en este renacer entre agaves, esos agaves que te acarician las heridas y te están ayudando a sanar y a hacerte fuerte. Deseamos mucho éxito, mucha alegría, mucho amor y muchas bendiciones siempre nuestro cariño y admiración.

La historia me gustó, me pareció muy fluída, íntima, sincera. Aunque aparentemente es larga, se lee con mucho interés desde el inicio porque siempre se mantiene la tensión de la historia. El título me parece muy acertado.